Estoy segura de que todas las personas que nacimos o que somos de algún lugar con mar, tenemos una conexión muy fuerte con él, sobre todo con el nuestro, el que baña nuestra costa. Yo al menos, siento siempre la necesidad de tenerlo cerca, incluso cuando he tenido que estar por un tiempo en otro lugar, he terminado echándolo mucho de menos.
Hace unos días volví a bajar a nuestra calita, la que pertenece a nuestro pueblo, llevaba mucho tiempo sin acercarme, porque antes iba habitualmente con Uma, pero ella ya es anciana, y cada vez le cuesta más dar sus paseos.
Esa mañana, mi hija y yo teníamos el día libre y decidimos bajar sin prisa, al ritmo que nos iba marcando nuestra “viejita”.
La verdad es que estuvimos muy a gusto, a pesar del frío, y de que a ella tuvimos que ayudarla a bajar hasta la arena, terminamos disfrutando mucho las tres.
En ese momento me di cuenta de la falta que me hacía volver a pisar ese arenal, y acercarme a la orilla…Fue sanador.
Como la mayoría de nosotros llevo una vida muy ajetreada, con horarios impuestos e inquebrantables, donde no podemos saltarnos ni un segundo, ya que forman parte de nuestras obligaciones diarias.
Volver a sentir el sonido de esas aguas, hizo volar mi mente. Volví a sentir de nuevo la paz que me produce estar pegadita a ese mar, el mío, el que me ha visto crecer, ganar y perder tantas cosas en esta vida…
Por suerte, lo tengo a unos pocos pasos andando desde mi casa y siempre que puedo, tengo una mala racha, estoy baja de ánimo, o con el alma cansada, me acerco hasta la orilla, y aunque pueda parecer mentira, o algo exagerado, en mí se produce algo mágico. Por supuesto que mis problemas no se solucionan de inmediato, pero su cercanía me regala paz y calma para poder afrontarlos de otra manera.
¿Y a ti, qué es lo que te produce calma, y te da la sensación de estar en tu hogar?


